Hoy es 25 de Noviembre y vuelve a ser una fecha negra en el calendario, enmarcada dentro de un año más negro aún. En torno a la centena de mujeres han sido asesinadas por sus parejas, muchas otras consiguieron escapar del infierno, pero otras no han conseguido encontrar el valor necesario para frenar los golpes, dejen o no marca, y salir, liberarse y vivir.
Ninguna de nosotras está a salvo de caer en esta trampa mortal disfrazada de amor romántico. Da igual nuestra edad, raza, estudios, clase social… ninguna estamos a salvo de ser engatusada con palabras zalameras de amor eterno que esconden posesión y violencia.
Siguen estando a la orden del día las frases como “si te vas, me muero”, “dónde y con quién vas” o el tan usado “si me dejas, me mato”. Frases que solo sirven para encadenar al que las escucha a la mano de quien las dice. Frases que merecerían un “pues mátate o déjame vivir” que no se dice por miedo a que el cobarde cumpla su palabra y nos haga cargar con su muerte eternamente.
Por desgracia, ni las generaciones más jóvenes se libran de esto. Las más jóvenes tienen la cadena del whatsapp, que lejos de cumplir su función de comunicación y de conectar al mundo gratis, se utiliza como método de control, donde la víctima debe rendir cuentas de si se conecta, de con quién habla o de por qué no responde. Un nuevo método de control gratuito.
Viendo todo esto, después de años de lucha y de tratar de concienciar a la sociedad, parece que en balde, surge una pregunta: ¿Qué estamos haciendo mal?
Mujeres y hombres salimos juntos a la calle pidiendo el fin de la violencia de género, existen leyes especiales, cuerpos de policía, juzgados específicos, abogados, asociaciones, casas de acogida, …, toda una red perfectamente tejida, pero algo sigue fallando.
Quizás sea que la concienciación aún no es suficiente y no se logra hacer ver al maltratador que no debe maltratar; quizás sea que no se refuerza lo suficiente el valor de la víctima para que de el primer paso; quizás sea que falla la educación que se da en los colegios; quizás sea la educación que dan los padres la que no es correcta; quizás sea que cada vez proliferan más los machismos, los micromachismos y el lenguaje machista; quizás falle toda la sociedad (como dice Nacho Vegas en una canción: “como hombre pido perdón por un mundo patriarcal”).
No se cuál será la respuesta, ni cuál será la fórmula mágica para terminar con la violencia, pero lo que sé es que no podemos pararnos, debemos seguir luchando y dejarnos de enfrentamientos entre géneros, porque solo trabajando juntos erradicaremos la violencia de género y cuando hablo de violencia de género lo hago en todas sus vertientes y modos, sin olvidar a ninguna víctima, sea hombre, mujer, niño o niña.
Porque esta lucha es de todos y sólo la ganaremos si combatimos juntos, desde la igualdad, el respeto a la víctima y la educación para no seguir tropezando con esta piedra que hay que recordar cada 25 de noviembre.
Como sabéis, me gusta despedirme con un vídeo o canción, esta vez quiero recomendaros que veáis el corto “Una vez”, protagonizado por Belén Rueda y que va sobre violencia de género, pero con una visión distinta a la que nos tienen acostumbrados los directores de cortometrajes cuando ruedan sobre este tema. No he conseguido encontrar ningún enlace al video, pero os dejo uno a su sinopsis y si podéis, no os lo perdáis: http://www.naniano.com/producciones/cine/una_vez/